A veces la historia nos parece recurrente, cíclica, incluso vivimos acontecimientos con una sensación de déjà vu. Algo así ha ocurrido en nuestro país con la profesión del dentista en el siglo pasado.
Desperezándose la profesión en el año que lo inaugura, se crea en 1901 la carrera de “Odontólogo”, y se supera así un título previo de “Cirujano-dentista” que se obtenía en condiciones poco escrupulosas desde que se aprobara en 1875. Detrás de esa iniciativa estaba la mano de Florestán Aguilar, el dentista de la Casa Real. La odontología lograba, al fin, entrar en la universidad española.
Al uso de los colegios norteamericanos, se mantuvo como carrera independiente hasta el año de 1944, fecha en la que se dispuso que en lo sucesivo y no pudiendo ser una excepción, esta profesión se ejerciera previa titulación médica. Se creaba así el título de “Médico estomatólogo”. Parecía éste un título definitivo.
Pero el carrusel de la historia iba a dar otro giro para volver al punto de origen. En 1986, a consecuencia del ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, surgía una nueva titulación, la de “Licenciado en Odontología”, la que regía en el resto de los países miembros, para la cual ya no se exigiría el requisito de cursar previamente la carrera de Medicina.
Esta exposición, “De la Odontología a la Estomatología. Y de la Estomatología a la Odontología”, narraba la peripecia de una profesión de titulación alternante a través de un discurso expositivo centrado en sus protagonistas, como también en los adelantos técnicos que les permitieron ejercer su ciencia y arte. Una vez estuvo dotada de medios, la dentistería se situó al alto nivel que en la actualidad goza.
Afortunadamente, la historia nunca se repite. Esta es la frase de Pierre Vilar que cierra su “Historia de España”. Pero no tenemos tan claro que, de haber conocido particularmente el fenómeno odontológico, hubiera abrochado el libro con la misma contundencia.
Miguel Lucas Tomás
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina
Comisario de la Exposición