Pieza del mes.
Aparato portátil de Rayos X de Mónico Sánchez.
Uno de esos personajes genuinos que da este país de tarde en tarde fue Mónico Sánchez, nacido en Piedrabuena (Ciudad Real) en 1880, hijo de una lavandera y un tejero. Emigrado a Nueva York con veinticuatro años y el diploma de un curso de ingeniería eléctrica a distancia impartido desde Londres, creó el “Aparato Sánchez”, un generador portátil de corriente de alta frecuencia que derivó en un aparato de Rayos X que cabía en una maleta, en definitiva, un ejemplar como el que custodia, entre sus más preciadas producciones autóctonas, el Museo de Medicina Infanta Margarita.
Mónico Sánchez Moreno (véanse las biografías “El gran Mónico. La insólita aventura de un ingeniero manchego en tiempos de crisis” de Manuel Lozano Leyva y “El rayo indomable” de Eduardo Estébanez y Manuel Valero) llegó a exponer junto a Thomas A. Edison y escribió en las mismas revistas que Nikola Tesla, pero regresó a su tierra natal y allí montó un pionero laboratorio de electricidad del que salieron numerosos aparatos de rayos portátiles como el que hoy evocamos, ahora convertidos en anheladas piezas de museo.
De regreso a España en 1912 montó en su pueblo el “Laboratorio Eléctrico Sánchez” y la central eléctrica que llevó la luz a los vecinos, cincuenta de los cuales se empleaban esta industria, y quiso convertirlo en un pionero centro de educación a distancia.
Mónico Sánchez falleció en su patria chica en 1961, no sin antes haber enterrado a cinco de sus seis hijos, en 1921 las tres hijas menores a consecuencia del sarampión. Una nueva desgracia impidió continuar su industria pues su único hijo, que había estudiado ingeniería industrial en Bélgica, contrajo la tuberculosis durante la guerra y falleció en 1944.
Esta maleta fue de uso habitual en las ambulancias del Ejército francés durante la I Guerra Mundial y también en las de la Guerra civil española. De peso de unos ocho kgs. se montaba y ponía en funcionamiento en cinco minutos, sin requerir instalación y bastando enchufarlo a la red eléctrica. En sí mismo se trata de un instrumento que elogia la autoría española de un adelanto en la práctica médica, el imprescindible uso de los rayos X con independencia de la ubicación del enfermo, un hecho que jalonó la evolución de este recurso de tal alto valor.
Exposición conmemorativa en honor y recuerdo de Teófilo Hernando.
En la línea de las exposiciones temporales que se han llevado a cabo este año, la más inmediata sobre José Eugenio de Olavide con motivo del 150 aniversario como miembro de número de esta Academia, que sucedió a otra sobre el ingreso de Gregorio Marañón en la corporación hace un siglo, puede visitarse hasta el 31 de enero de 2023 esta nueva muestra titulada “Teófilo Hernando. Centenario de su ingreso en la Academia (1922 – 2022), comisariada por los profesores Pedro Sánchez García y Antonio García García, académicos, de número y correspondiente, respectivamente, de esta corporación y seguidores de la línea, ya histórica, de la farmacología española que el recordado iniciara.
Inaugurada el 30 de noviembre, incluye testimonios elocuentes de su actividad científica, objetos personales como son las medallas de las academias a las que perteneció, y un magnífico busto en mármol negro, obra de su paisano Emiliano Barral.
La exposición, como es tradición, contó con la correspondiente sesión científica conmemorativa el día de la inauguración y en ella intervinieron los profesores Sánchez García, García García y la directora del Instituto Fundación Teófilo Hernando de la UAM, Profª. Manuela García López.
El Dr. Jorge Alvar dona a la Academia un bajorrelieve de Luzuriaga
El pasado 19 de este mes de diciembre, al término de la sesión extraordinaria dedicada a la memoria del que fuera académico de la Real Academia de Medicina Ignacio María Ruiz de Luzuriaga con motivo del bicentenario de su fallecimiento, el Prof. Jorge Alvar Ezquerra donó a la institución un bajorrelieve en bronce con el retrato de Ruiz de Luzuriaga.
Se trata de una obra de difícil ejecución, dado que existe un único testimonio sobre la efigie del homenajeado, sobre el que ha trabajado el artista. Obra de F. Madrazo, se encuentra en el Museo del Romanticismo.
La obra de Alvar Ezquerra lleva una leyenda alrededor de la efigie, con este texto: DR. I. M. RUIZ DE LUZURIAGA 1763-1822. Al pie del retrato se remata la composición con un doble motivo: a la derecha unas hojas de roble, que son un guiño a las vascongadas -origen de Luzuriaga- y a la izquierda el lema SALUTIS PUBLICAE CAUSA, rematado con el lema principal de la efeméride: RANME 1822-2022.
No es éste el primer testimonio artístico que el Prof. Alvar deja en la Real Academia Nacional de Medicina de España. Con motivo de la exposición sobre Félix de Azara que se realizó a caballo entre los años 2021 y 2022, ejecutó asimismo un busto del naturalista oscense, que actualmente se conserva en la sede de la Academia. Y aún más, en otra vertiente artística, el dibujo, se exhibió una muestra de veintidós obras de su pluma en esta institución a principios de 2012, titulada “Dibujos. Trópicos y enfermedad”.
Madrid, Museo de la Medicina.
Calle de San Cosme y San Damián
A espaldas de la calle de Atocha, en pleno barrio que fuera de la Medicina pues allí se ubicó la antigua Facultad de Medicina madrileña, el Real Colegio de Cirugía de San Carlos y ahora el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, salpicada de nombres notables de la medicina, nace esta corta calle, en la de Santa Isabel y viene a morir en la del Doctor Piga, contemplándose desde el inicio, pues le da frente al otro extremo, la bella iglesia de San Lorenzo.
Naturales de Arabia, los santos Cosme y Damián, al parecer hermanos gemelos, han sido considerados patronos de la Medicina (junto con San Lucas) y de la Farmacia (con Santiago el Mayor), también, más específicamente, de los cirujanos y de los barberos y en varias representaciones aparecen con objetos e instrumentos relacionados con ambas profesiones, pero también, como es el caso -véase imagen- de los azulejos que la señalan en sus esquinas, con la ejecución del “trasplante” de una pierna, que para dejar constancia gráfica se representa en oscuro con el color del “donante”, un hombre de raza negra muerto poco tiempo antes.
Los hermanos Cosme y Damián ejercían la medicina de forma desinteresada y fueron torturados, sobreviviendo a las crueldades propias, por lo cual acabaron decapitados por orden del emperador Diocleciano hacia el año 300 d.C. Se celebra su festividad el 26 de septiembre y su testimonio artístico, en forma de pinturas y esculturas se encuentra bien repartido por los altares de la cristiandad.
En honor de los santos hermanos se erigieron las cofradías con su nombre, donde se agruparon los sanitarios para defender sus derechos, en el extremo más lejano de lo que serían siglos después y por actualización los colegios profesionales.
Madrid goza de una “Hermandad de San Cosme y San Damián” cuya antigüedad se remonta al menos a 1583, constituida por médicos, cirujanos y farmacéuticos, residiendo su lugar de culto actualmente en una capilla que quedara vacante en la catedral de San Isidro.
La Medicina en el Museo Mauritshuis, La Haya.
La propia condición humana ha llevado a los artistas y escultores de tiempos prehistóricos hasta otros bien recientes a dejar constancia de la figura humana en sus obras, por lo general buscando la excelencia de la belleza como meta, pero no sólo pues son bien abundantes las personas que muestran defectos ostensibles o peculiaridades sensibles que, en este último caso, sólo suelen ser detectadas por el fino ojo del médico. En definitiva se trata del hombre enfermo, en lo físico pero también en lo psíquico, del que deja constancia el autor y que a posteriori acaba formando parte de catálogos de autores expertos en medicina, dando interpretación a aquello que responde a un déficit corporal.
En otras ocasiones, y este museo es un lugar privilegiado, aparece el médico como protagonista, y de su efigie se obtiene una descripción muy aproximada de su pertenencia a un sector social, el del profesional de su época, en este caso del siglo XVII, el siglo de oro de la pintura flamenca. Una visita reciente del Prof. Javier Sanz, miembro de número de esta Academia y Director técnico del MMIM, permite la exposición y comentario de las siguientes obras de lo que podríamos llamar “índole médica”.
El museo Maurithsuis, emplazado entre canales en la capital holandesa, alberga una espléndida colección artística que queda realzada por la notable museografía del mismo, con sus paredes enteladas si bien no faltan guiños contemporáneos como las cúpulas principales que se adornan con coloridas pinturas abstractas de nuestro tiempo. Entre sus obras más preciadas, tanto como populares, destacan “La joven de la perla” de Veermer o “El jilguero” de Fabritius.
Sin duda, una de las obras más importantes de la colección holandesa es el lienzo de Rembrandt (1606 – 1669) titulado “Lección de anatomía de Nicolaes Tulp”, fechado en 1632 en el que el profesor Tulp (1593 – 1674) realiza la disección del cadáver de un ajusticiado el día anterior, de nombre Aris Kindt. Tulp era en ese momento el anatomista oficial de la ciudad, de la que sería también su alcalde, con una sola disección anual, y muestra en esta composición a los cirujanos de la cofradía de Ámsterdam la disección de los músculos flexores del antebrazo, cotejando alguno de ellos lo que dicta el maestro con lo que dice el libro que aparece en el ángulo inferior derecho y que se ha venido identificando con “la Fábrica” de Andrés Vesalio, la obra renacentista que revolucionó la anatomía.
Pasa casi desapercibido este óleo de Antoon François Jeijligers (1828 – 1884) que reproduce el emplazamiento de la lección anatómica anterior en el lugar donde se exhibía en 1884. De mérito muy inferior al de Rembrandt, deja constancia de un momento del museo a través de una de las obras icónicas de la colección.
El “examen del médico” constituye una de las clásicas actitudes médicas de su tiempo, el examen de la orina como apoyo al diagnóstico. Lo que se llamó ampulosamente “uroscopia” no era sino la apreciación de la turbidez de la orina o de su sedimento, si bien en ocasiones también se probaba para detectar el sabor dulce en el enfermo diabético. Es obra de Godfried Schalcken (1643 – 1706) y está datada en torno a la primera mitad de los 80.
Dos cuadros muy similares, representando la visita del médico, de autoría del costumbrista Jan Steen (1625-26 – 1679). En esta “Visita del médico” el doctor toma el pulso con perfecto detalle de la colocación de los dedos de la mano derecha en la muñeca de la paciente, una joven con gesto de cansancio y discreta palidez.
De composición muy similar es este cuadro donde la paciente permanece en la cama mientras el mismo doctor, con su grave vestimenta y ocupando, como en el cuadro anterior, el lugar central de la escena, parece recibir de la sirvienta de la casa, ataviada con ropaje muy aproximado al cuadro anterior, un refresco. Ambos lienzos están datados en torno a 1660.
Por último, queda testimonio de actividad sanitaria no ya por mano de médico sino de una anciana flebotomista, esta sangría que pintara sobre la misma fecha que los anteriores, Quiriugh van Brekelenkam (1622-30 – 1669-79) en escena bien iluminada cuya ejecución deja constancia de la necesidad de la luz para realizar con precisión la puntura de una vena braquial en este caso, siendo excepcional que la realice una mujer. Fue una de las prácticas más corrientes de la terapéutica de todos los tiempos, desde que Galeno incidiera en la teoría de los humores cuyo desequilibrio causaría tantas enfermedades y su corrección solo sería posible mediante la eliminación de los mismos, vehiculados en el torrente circulatorio.