PIEZA DEL MES
Trocar de paracentesis
De las muchas clasificaciones que se pueden hacer de los instrumentos que hemos utilizado los profesionales de la medicina a lo largo del tiempo, bien cabrían, en una escala de complejidad, los agrupados en la categoría de la extraordinaria sencillez en su diseño. Muchas veces se corresponden con una enorme eficacia pues cumplen sobradamente sus fines, además no necesitan de alimentación energética y pueden ser utilizados con un breve entrenamiento para resolver situaciones graves. En esta hipotética clasificación cabría el trócar para realización de paracentesis.
Aunque en la actualidad la eliminación de líquidos retenidos en la cavidad peritoneal –a consecuencia de alguna hepatopatía grave- tiene prioritariamente un tratamiento médico, hubo un tiempo en el que la evacuación líquida se producía de una forma mecánica. Incluso hoy se sigue realizando, si bien excepcionalmente, con este instrumento fabricado que consta de una empuñadura de madera de la que parte un fino punzón cilíndrico cubierto íntimamente por una cánula. Igualmente, puede ser utilizado con fines diagnósticos.
Localizado el punto de Momro, en el centro de la línea que une el ombligo con la espina ilíaca antero-superior izquierda, se hace una pequeña incisión con un bisturí para introducir por ahí la punta del punzón del trocar, de sección piramidal triangular. Introducido totalmente, se retira ahora el punzón, quedando la cánula como vía de desagüe, pudiendo interrumpirse éste con la introducción de nuevo del punzón que hace de obturador –algunas cánulas van provistas de una llave que cierra el paso al líquido-. Terminada la operación, a juicio del facultativo, se retira el trocar con sus dos componentes y en el agujero de la incisión se aplica un punto sencillo de sutura.
Para evitar el deterioro de la punta del fiador, que debe estar afilado para atravesar la piel sin el mínimo desgarro, cuenta este utensilio con un ajustado capuchón, cuya pérdida se impide mediante un hilo que lo asegura, conectándolo a la base de la cánula.
Como precisión ortográfica, conviene señalar que si bien el término es “trocar”, como advierte nuestro “Diccionario de Términos Médicos” se usa más la acentuación antietimológica llana de “trócar”.
MI DONACIÓN
Teresa Alonso Moreno
ha realizado una importante donación al Museo de Medicina Infanta Margarita, el legado científico de su padre, Dr. Joaquín Alonso. Fue este anatomopatólogo el último discípulo de Jorge Francisco Tello, a su vez discípulo predilecto de Santiago Ramón y Cajal, con lo cual forma parte Alonso de la escuela cajaliana, no obstante asistió a las clases del premio Nobel durante su formación médica, y, curiosamente, tiene documentado mediante escrito autógrafo el procedimiento que siguió para poder fotografiar a Cajal en una de sus últimas clases, nos referimos a la muy conocida fotografía que preside el “Aula Cajal” en lo que hoy es Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Joaquín Alonso, tras la guerra civil española quedó apartado de la enseñanza y se dedicó al ejercicio privado de su especialidad, desempeñando su actividad en la Clínica Rubber. El selecto instrumental que manejó durante su larga trayectoria ha pasado a formar parte del MMIM. Microscopios diversos, un colorímetro protegido por su campana de cristal, balanzas con sus preciosas cajas de pesas y algunas cajas con preparaciones histológicas, además de diversos tratados y documentación varia, constituyen esta importante muestra que puede contemplarse en las fotografías y que desde aquí agradecemos profundamente.