Historia del parto

Es cierto que la ayuda a la mujer en su trabajo de parto es una de las actuaciones médicas más antiguas, probablemente generalizada entre las tribus de Cromañón, donde encontraríamos los ancestros de las actuales comadronas. Entre ellas se transmitirían las actuaciones que empíricamente daban buenos resultados en los casos de partos dificultosos, y así se creó una “proto-obstetricia”. Verdaderamente fue a partir del Renacimiento, con los avances en la anatomía, cuando apareció el médico partero, y se idearon técnicas para aplicar ante las llamadas distocias. En el siglo XVII aparece la gran figura de François Mauriceau, quien para mí ha sido el creador del arte de partear. La mayoría de sus maniobras y consejos a seguir, tanto en los partos normales como en los distócicos, continúan teniendo vigencia. La Obstetricia continuó avanzando, pero sobre todo en la atención al embarazo, tratando de evitar, entre otras patologías, la temible eclampsia.

El gran hito en la asistencia al parto se lo debemos a Fleming, el padre no reconocido de la obstricia actual. Gracias a los antibióticos, la cesárea pasó a ser una intervención más dentro de la Tocurgia y no una arriesgada alternativa a la muerte. A partir de ahí empezó a valorarse la vida del feto, que pasó a ser un paciente junto a la madre. Nadia fufa de que la nuestra es la única especialidad médica que debe atender a dos pacientes simultáneamente: a la madre y su hijo.

El feto y el neonato han ido adquiriendo cada vez mayor protagonismo sin que lo pierda la mujer, y por ello fue necesario crear la Neonatología, con la cual se continúa en los paritorios la protección médica del recién nacido. Obstetricia y Neonatología no pueden separarse y de ahí ha nacido la Medicina Perinatal, que engloba la fisiopatología del embarazo, el artes de partear y las atenciones al neonato.

Prof. José Antonio Clavero Núñez
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina
Comisario de la exposición

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