El fonendoscopio. De Laënnec a la auscultación electrónica. Dos siglos de historia

Me consultó una mujer joven que presentaba síntomas de enfermedad del corazón… Tomé un cuaderno, lo enrollé fuertemente.., apliqué un extremo a la región precordial de la paciente, coloqué mi oreja en el otro extremo y quedé sorprendido y satisfecho al escuchar los latidos del corazón de la forma más clara y precisa que jamás lo había hecho… Laënnec

De esta forma describió Laënnec en 1816 la intuición que se convirtió en el fundamento de su invención. De enrollar unas hojas de papel a inventar el estetoscopio. Un sencillo y pulido tubo de madera de 30 cm, que se empleó con la misma técnica descrita. En 1819 publicó su fundamental Tratado de la Auscultación Mediata. Había nacido la moderna auscultación que permitía escrutar fácilmente el aparato respiratorio y el corazón.

Los iniciales estudios anatomoclínicos y las correlaciones de los signos auscultatorios con fisiología alterada de las cardiopatías fundamentaron el valor de la auscultación. En los años 40 del pasado siglo se fundan Escuelas e Ins­titutos de Cardiología en distintos países; en el nuestro, en Madrid y Barcelona. Dos grandes clínicos representantes de estas escuelas ocuparon el sillón 46 de esta Real Academia Nacional de Medicina: los profesores Juan Gibert Queraltó (1991), autor del magnífico tratado de moderna auscultación cardíaca, en el Tratado de Medicina del Prof. A. Pedro Pons, y Pedro Zarco (2001), cuyo libro Exploración Clínica del Corazón (1970), fue fundamental en la formación de los nuevos especialistas en los años setenta.

A lo largo de doscientos años, numerosos modelos de estetoscopios han facilitado a los médicos la técnica aus­cultatoria, desde los primitivos y rígidos monoaurales hasta los modelos electrónicos más actuales, que permitirían otra forma de auscultación a enorme distancia, incluso la de un astronauta. Pero con la aparición de otras técnicas más complejas y de más difícil acceso, ha ido descendiendo el rigor en la auscultación y el valor que los propios mé­dicos otorgan a una técnica cuyo instrumento se convirtió pronto en el símbolo universal del ejercicio de la Medicina.

José Ramón de Berrazueta Fernández
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina
Comisario de la Exposición

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