El cerebro activado

Finalizada mi especialidad en Alemania y tras incorporarme como neurocirujano en la década de los 70 a la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, los aceptables resultados que obteníamos tras el tratamiento quirúrgico de un im­portante grupo de enfermos, unidos a las vivencias que ellos mismos referían, me animaron a intentar investigar a través del arte, qué creían o pensaban del funcionamiento del cerebro personas ajenas a las neurociencias, con lesiones cerebrales y, también, aquellos que habían vivido de cerca experiencias semejantes.

Con más de 10 años como neurocirujano, al inicio de la colección y con las experiencias vividas, me pregunté: ¿qué pensaran los enfermos de su cerebro y de cómo funciona? Concurrían varias posibilidades de plantear y responder a esa pregunta pero me decidí por el Arte Gráfico: “Pinte o dibuje cómo imagina que funciona el cerebro”, a las que más tarde se añadie­ron otras formas plásticas. Pretendíamos, y creo que lo hemos conseguido, que personas no expertas realizaran obras pictóricas que nosotros encuadramos en el “Arte emocional”, o “Pintura emocional”. En esta modalidad de pintura no se va a dar ningún tipo de técnica y no se necesita ningún tipo de conocimiento previo. Se trabaja desde las necesidades de la persona y de su proceso.

La creación artística es una característica de los seres humanos. Somos creadores de formas (reales o imaginarias) que expresan nuestros sentimientos, nuestras vivencias más profundas, incluso nuestra fe. La expresión plástica de estas ideas y sentimientos revela todo lo que hay en nuestro interior. El arte de pintar no siempre requiere la integridad anatómica o funcio­nal del sistema nervioso. La expresión artística puede eventualmente reflejar déficits en su función, que lejos de restarle valor pueden incrementar la belleza y autenticidad de la obra final.

Las áreas de asociación se encargan de interpretar la información que recibimos del medio. Si la información es deficiente, la representación será diferente a la forma normal.

Nos decidimos por la pintura, por ser la más popular de las “artes visuales”. El pincel asocia y mezcla colores de manera perpetua, buscando efectos visuales, que hacen que, en el componente simbólico, algunos colores se modifiquen según la enfermedad, la región donde asentaba el proceso patológico o la cultura del artista.

Son infinitas las posibilidades compositivas. En esta serie, el procesamiento de la información puede estar alterado y con ello la representación del mundo interior y su motor cerebral. Artistas con alteraciones mentales podrían reflejar en sus obras el mundo interior que sus áreas de asociación construyen, lo que explicaría el comportamiento de Van Gogh y Eduard Munch entre otros. Para mí, más allá de las capacidades físicas y biológicas disminuidas por enfermedades comprobadas, está la capacidad psicológica y la fuerza de la voluntad como factor imprescindible para tener una gran creatividad.

En definitiva, se puede comprobar que se trataba de una colección de obras, algunas de gran vitalidad e intensidad expresiva en contraste con la frialdad y el estatismo de otras. Todas realizadas por artistas que han padecido o sufren un proceso patológi­co del sistema nervioso central o sus secuelas, y la evolución del proceso.

Vicente Calatayud Maldonado
Académico Tesorero de la Real Academia Nacional de Medicina
Comisario de la Exposición

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